Beatriz Eguiraun
La autora
Nací en 1990 y soy motociclista desde los 13 años. Es una pasión familiar, crecí viendo las carreras de MotoGP con mi padre y yendo a las carreras en España con toda la familia. Así comenzó una pasión que ahora se ha convertido en mi estilo de vida. Antes me centraba en la velocidad, pero hoy disfruto cada vez más viajando y descubriendo nuevos lugares. Además de las motos, me encantan los animales y la naturaleza, y opino que la moto es perfecta para acercarme a lugares únicos o a los que no se puede llegar de ninguna otra manera.
Agosto de 2024, me estoy preparando para un viaje en moto a Uganda. Más que un viaje o unas vacaciones, será una experiencia inolvidable, vivida en un país vibrante y lleno de contrastes. Una Dainese Expedition Master con un destino perfecto para la aventura, repleto de paisajes impresionantes y con la oportunidad de llevar ayuda humanitaria a Uganda.
Nuestro viaje comienza en la capital, Kampala, desde donde salimos en moto con un objetivo claro: no solo explorar los impresionantes territorios del país, sino también contribuir a una buena causa. Gracias a la colaboración con Dainese, que ha recaudado fondos para donar a hospitales y escuelas de Uganda, tendremos la oportunidad de visitar en persona los lugares que disfrutan de esta ayuda.
Durante los próximos once días nos sumergiremos en la realidad del país, compartiendo momentos con su gente, cruzando desafiantes carreteras y atravesando escenarios donde la naturaleza virgen de Uganda se impone en su forma más pura. Un viaje lleno de intensas emociones, desafíos y lecciones que se quedarán para siempre grabados en nuestra memoria.
Una aventura humanitaria en moto
Desde el primer día, el propósito humanitario guía nuestro camino. Pasamos la primera noche en un hospital, una experiencia que nos permite conocer de cerca las necesidades de los pacientes y del personal sanitario. Visitamos varias escuelas ugandesas, donde los niños nos reciben con sonrisas que pueden iluminar hasta los rincones más oscuros. Llegamos con nuestras motos y nos reciben cantando y bailando: son momentos que quedarán grabados para siempre en mi memoria y que representan una de las experiencias más conmovedoras de mi vida.
La realidad de estos lugares afecta profundamente: hospitales con recursos limitados, escuelas con aulas improvisadas y niños con ganas de aprender a pesar de las dificultades. Algunos caminan durante kilómetros para llegar a la escuela, a menudo sin zapatos, pero siempre con una sonrisa radiante. Ver cómo incluso nuestro pequeño aporte puede marcar la diferencia nos llena de emoción y responsabilidad.
Médicos y profesores nos cuentan sus historias, sus luchas diarias y su pasión por mejorar la vida de su gente. Nos sentimos honrados de presenciar su compromiso y poder contribuir, aunque sea de manera pequeña, a un futuro mejor. No es fácil presenciar una situación de tanta necesidad, pero es inspirador descubrir la resiliencia de quienes trabajan incansablemente por mejorar la realidad de sus comunidades. Tengo la oportunidad de pasar tiempo con un chico de 17 años que me cuenta cómo acompañó a su madre a pie hasta el hospital y lo feliz que está de que ella esté mejorando, mientras sus hermanos se encargan de la casa.
Una de las principales razones por las que elegimos viajar en moto por Uganda es que a algunas zonas no se puede llegar en coche. Por eso existen las «motoambulancias», que permiten transportar enfermos y hacer llegar medicamentos a los pueblos más aislados.
Rodeados de la naturaleza de Uganda
Tras los primeros días dedicados a la ayuda humanitaria, nos sumergimos en la naturaleza salvaje de Uganda. En nuestras motos cruzamos inmensas llanuras, rodeados de fauna africana. Gacelas, jirafas y majestuosos elefantes nos observan desde lejos, y estos últimos se cruzan en nuestro camino derribando los árboles. Dormir en cabañas en el corazón de la sabana, con los sonidos de la naturaleza como única compañía, es una experiencia impresionante.
El contacto con los animales es tan emocionante como desafiante. Más de una vez tenemos que detenernos y esperar a que los animales nos dejen pasar, recordándonos que somos huéspedes en su hábitat. La inmensidad del paisaje, la cálida brisa y la sensación de libertad al recorrer interminables senderos hacen de esta parte de la ruta algo mágico e irrepetible.
Consejos para viajar a Uganda: moto y equipamiento
Abordamos el viaje con las motos Kibo de 250 cc, perfectas para las condiciones de las carreteras y el barro. La mayor parte del recorrido es similar a una pista de enduro, con continuos obstáculos, y nuestras Kibos nos sorprenden en muchas ocasiones.
En un viaje así, el vestuario de moto no es tan solo un accesorio, sino una necesidad. Las altas temperaturas durante el día, las mañanas frías, las lluvias repentinas y los senderos polvorientos y fangosos ponen a prueba nuestra resistencia, por eso el equipamiento versátil que proporciona Dainese es esencial.
Gracias al traje de moto transpirable podemos soportar el calor sofocante sin sentirnos oprimidos. Cuando llega la lluvia, llevamos en nuestras mochilas ropa impermeable (imprescindible en cualquier viaje en moto), que nos protege del agua y del frío que se cuelan por todas partes. Las botas son excepcionales: no entra ni una gota de agua, aunque cruzamos numerosos charcos. Para mí, un elemento fundamental son las gafas de motocross, perfectas para tener una buena visibilidad cuando la lluvia aprieta.
Sin duda, un equipamiento de calidad adaptado a las condiciones climáticas cambiantes marca la diferencia entre un viaje cómodo y uno difícil.
Viajar con seguridad en Uganda: documentos, seguridad y consejos útiles
Realizar un viaje en moto por Uganda requiere algunas precauciones fundamentales para vivir una experiencia auténtica y segura. Para ingresar en el país se necesita un pasaporte con al menos seis meses de validez y un visado de turista para Uganda, que se puede solicitar fácilmente en línea a través del portal oficial del gobierno ugandés. La vacunación contra la fiebre amarilla es obligatoria, acompañada de un certificado internacional, mientras que se recomienda encarecidamente la vacunación contra la hepatitis A y B, la fiebre tifoidea y el tétanos. Teniendo en cuenta el riesgo de malaria, es aconsejable adoptar una profilaxis antimalárica y llevar un repelente eficaz contra los mosquitos.
La mejor época para viajar en moto por Uganda es durante la estación seca, de diciembre a febrero y de junio a septiembre. En estos meses el clima es más estable, las lluvias son menos frecuentes y los caminos, muchos de ellos de tierra, son más fáciles de recorrer en moto. Es mejor evitar los meses de la temporada de lluvias en Uganda, es decir, marzo-mayo y octubre-noviembre.
Para viajar con seguridad por Uganda es recomendable conducir con cuidado, especialmente cerca de los parques nacionales de Uganda, donde, como hemos explicado, no es raro encontrarse con fauna salvaje. Para mayor tranquilidad, sugerimos registrarnos en nuestra correspondiente embajada en Kampala. Por último, es importante respetar las costumbres locales, mantener una actitud abierta y discreta en los pueblos y, si es posible, contar con guías expertos para explorar las zonas más remotas.
La gente, el verdadero valor de un viaje
Las carreteras de Uganda son un desafío constante. En su mayoría son caminos de tierra, llenos de baches, charcos y tramos lodosos que nos obligan a mantener siempre una alta concentración. Hay días en los que la lluvia transforma las rutas en auténticas pruebas de habilidad, con el barro que envuelve las ruedas y lastra nuestras bicicletas. Pero, más allá de las dificultades, cada kilómetro recorrido nos regala encuentros inolvidables con los lugareños.
Los ugandeses nos reciben con una calidez que contrasta con las difíciles condiciones de las carreteras. En cada parada encontramos miradas curiosas, saludos entusiastas y gestos de hospitalidad que siempre nos hacen sentir bienvenidos. Nos detenemos en pequeños pueblos donde los niños corren hacia nosotros y los adultos nos invitan a compartir sus antiguas tradiciones.
Me sorprende ver cómo las niñas se acercan a tocarme el pelo: les resulta divertido acariciar el cabello rubio, una novedad para ellos. Es precisamente en estos momentos cuando entendemos que, más allá de los paisajes y la aventura, el mayor valor de un viaje es siempre la gente que conocemos en el camino.
Este viaje en moto por Uganda fue mucho más que una aventura sobre dos ruedas. Fue un viaje hacia la humanidad, la naturaleza y la generosidad. Cada día nos enseñaba algo nuevo: la importancia de ayudar, la fuerza de la comunidad, la belleza de la sencillez y la grandeza de la naturaleza en su forma más auténtica.
Regresamos con el corazón lleno y con la convicción de que los viajes humanitarios y las aventuras en moto verdaderamente importantes no son los que nos llevan lejos, sino los que nos transforman por dentro. Uganda nos ha cambiado, nos ha desafiado y nos ha enseñado mucho. Y, aunque el viaje haya terminado, su huella permanecerá con nosotros para siempre.